UN BARRIO HETEROGÉNEO
El Arenal, situado a medio camino entre el río y la metrópolis, entre el alfoz sevillano proveedor de sus más y preciadas riquezas y el centro de la urbe, metrópolis del mundo conocido. Muchas son las páginas de la Historia que se han forjado entre sus muros, repletas de marinos y mercancías, calafates y aparejos. Esa Historia ha marcado, indudablemente el carácter de sus gentes, la disposición de sus calles y hasta la arquitectura que las envuelve.
Flanqueado por torres y murallas, envuelto por el río, y a merced de sus avenidas: sin grandes edificios señoriales como otros barrios de la ciudad, con calles estrechas y altas diseñadas por la necesidad de procurar grandes almacenes, el Arenal se configura, junto con Triana, como el barrio marinero por antonomasia de una Sevilla abierta al mundo.
Pudiéramos decir, que si alguna característica hay que reseñar en el devenir histórico de este espacio de la ciudad es, como ocurre en casi todos los barrios marineros del mundo, y el Arenal lo es, la diversidad. Diversidad de funciones, al servicio del transporte fluvial y el comercio, con sus correspondientes sistemas de control del Estado, diversidad de construcciones, diversidad de caracteres, intrincados en el ir y venir de las diferentes lenguas del mundo.
Desde los inicios del siglo XV, el Arenal, poco a poco, va tomando un auge marinero, y su población va a componerse fundamentalmente de gentes relacionadas con oficios vinculados, bien directamente a la navegación, bien a servicios dependientes de ésta, como los carpinteros de rivera, toneleros, carreteros, etc.
Este carácter va a determinar también la estructura de sus calles y sus edificaciones, centradas en torno a las Reales Atarazanas, verdadero corazón del barrio.
No obstante lo anterior, es de destacar igualmente y un segundo aspecto no menos importante, y que en relación con el primero, va a acabar por fijar la personalidad diversa del territorio; y esta es su cercanía al centro religioso, comercial y político de la ciudad. El tener la puerta de la muralla más cercana, más enlazada con el fluir diario de la actividad ciudadana va a recalcar aún más si cabe ese sentido de enlace y separación entre el ambiente cosmopolita, abierto, marinero del río, y el más cerrado y conservador de la ciudad.
La evolución de esta zona de Sevilla, como toda ella, fue consustancial a la del tráfico comercial con América, y al mantenimiento de su monopolio, teniendo su punto álgido a principios del siglo XVIII, coincidiendo con las puntas en la evolución de este comercio, y comenzando su declive con el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz.