14 Mar MISERICORDIA, PURA Y LIMPIA
Amaneció el día sin ninguna otra ambición que la de cumplir con las recomendaciones de nuestro Pastor y que nuestra comunidad viviera espiritualmente este Año Jubilar. Así, con la humildad con la que la Hermandad de la Pura y Limpia se reviste para sus cosas quisimos peregrinar por las calles de Sevilla en busca de la tan necesitada Misericordia de la que carece la sociedad, sin poder imaginarnos, por raro que parezca, que fuese la Misericordia la que nos alcanzara a nosotros.
La Giralda daba media hora de reloj sobre las 11 de la mañana, cuando los primeros hermanos y devotos empezaron a llegar hasta nuestra pequeñita Capilla. La desnudez de una discreta silla y reclinatorio aguardaban como inuasual mobiliario. Allí, el Rvdo. Padre Don Javier Pérez Mantero esperaba para confesar a los peregrinos que no estaban en estado de gracia con Dios y querían prepararse para recibir las indulgencias del Año Jubilar.
Un aroma especial corría por el Postigo del Aceite, sin duda, como ese que solo tienen los días «señalaitos» en el calendario, no en vano, no estábamos ante un sábado cualquiera. «¿Hacía cuanto que no se veían confesiones en la Capilla de la Pura y Limpia?» se escuchaba a alguien preguntar. Mientras, la interminable secuencia de confesiones de decenas de hermanos y devotos, que hubo que alargar más allá del rezo del ángelus, conformaron una estampa entrañable y antigua que empezaba a calar sobre los presentes. Ahí estaba ya Ella a nuestro lado, cargadita de misericordia y aún no nos habíamos dado cuenta.
Cada minuto nos traía a una nueva familia que llegaron a formar el Ángelus mas multitudinario de cuantos hemos visto desde que esta Junta de Gobierno quisiera reunirse todos los sábados ante nuestra Gloriosa Titular. Algunos no daban crédito, pero un centenar de personas llegaron a rezarle a María Santísima. Un centenar de almas pidiendo Misericordia, para el mundo, para unos, para otros… para uno mismo. Y nos despedimos de Ella, en la ignorancia de que la Pura y Limpia Concepción nos acompañaría de la mano en el camino que iniciábamos.
Decenas de pequeños peregrinos revoloteaban a nuestro alrededor. Quien decía que la Hermandad de la Pura y Limpia estaba cargada de ancianidad se equivocaba. Ahí estaba, demostrándole a Sevilla que está mas viva, mas joven y con mas ilusión que nunca, pero a la vez, demostrándonos a nosotros mismos que todo esfuerzo tiene recompensa. El pasado y el futuro juntos, en la mejor de la simbiosis para afrontar el camino.
Y en San Lorenzo nos plantamos. Llegamos al Templo Jubilar de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, para participar de una misa tan especial como sencilla, en donde una simple Eucaristía se convertía en nuestros corazones en una de las más brillantes experiencias de manifestación de nuestra fe, sin necesidad de boato alguno.
Una vez culminada la Santa Misa con foto de familia incluida, cuando todo parecía terminado, salvo el mero trámite de tomar un pequeño ágape en la Casa Hermandad, cuando ya estaba todo realizado y concluso, Ella seguía con nosotros. Aquella humilde copa se convirtió en algo más que un fraternal almuerzo. Con el espíritu fortalecido, con el corazón abierto y con el alma desnuda, allí encontramos una Hermandad entregada a Cristo y a su Santísima Virgen María. Un día entrañable en el que los hermanos de la Pura y Limpia se demostraron a si mismos que haciendo las cosas con humildad y cariño, se pueden alcanzar objetivos que parecían imposibles.
Más allá de las necesarias obras de misericordia corporales, decía Su Santidad el Papa que «el mensaje de la Divina Misericordia constituye un programa de vida muy exigente». Hoy podemos decir, análogamente, que el mensaje de la Divina Misericordia constituye un programa de Hermandad igualmente exigente, con un «corazón fuerte, firme, pero abierto a Dios».
Quizás no lo esperábamos, pero es la Misericordia la que nos ha encontrado a nosotros por la intercesión de la Santísima Virgen. Nadie esperaba una jornada tan completa, pero hoy hemos encontrado en la peregrinación esa Hermandad generosa, colaboradora, caritativa, de corazón fuerte, firme y abierta a Dios, y a una misericordia sincera, una misericordia nueva… y a una Misericordia, Pura y Limpia.
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