09 May CRÓNICA DE LA CRUZ DE MAYO INFANTIL: SAVIA NUEVA EN EL POSTIGO
Parecía inimaginable pero la ilusión todo lo puede. Las Hermandades de Gloria en general y la nuestra en particular siempre se han asociado a un cuerpo de hermanos de edad longeva, con poca vida y futuro incierto, de ahí que un acto menor como el del pasado viernes cobre una fuerza e importancia incalculable.
El tiempo no acompañaba en lo meteorológico, había llovido en las horas previas y las nubes cubrían completamente ese azul cielo de Sevilla, color que debería agregarse a la paleta cromática con ese nombre, tan característico como desaparecido en la jornada del viernes. El día estaba feo, si, pero la ilusión puede con todo. A primera hora de la tarde rompió agua y en el ánimo de muchos estaba que no se podría salir. Muchas decenas de niños correteaban por la plaza del Cabildo refugiados bajo techo, ajenos a lo que estaba pasando fuera.
El pasito de la Cruz de Mayo lucía en la Capilla en una pintoresca estampa. La Pura y Limpia Concepción asomaba con cierta dificultad por detrás, pero sabía que aquel «juego de niños» era el motivo más hermosos para que los más pequeños se acerquen hasta sus plantas y empiecen a empaparse de nuestras costumbres y creencias.
Los niños se apresuraban a hacerse la ropa con la ayuda del capataz de la Hermandad, quienes les enseñaba en estos quehaceres tan nuestros, mientras que las niñas, de flamenca, preparaban las insignias para el acompañamiento. Los críos jugaban, pero ¡¡que bonito es ver jugar a los pasos y a los pies de la Pura y Limpia!!. Más sevillano no cabe.
La Cruz de Mayo infantil empezó a tomar ese cariz de cofradía. Se formó un pintoresco Cabildo de Salida entre miembros de junta, padres y hasta los Hermanos Mayores de Las Aguas y de la Carretería que se encontraban con nosotros, este último, además, en calidad de hermano de nómina. Mientras que los niños jugaban a los pasos, los mayores jugábamos a ser meteorólogos. «¿Que la lluvia ya había pasado? Pues nos vamos a la calle».
Los niños le rezaron el «bendita sea Tu pureza» a la Pura y Limpia Concepción y empezó una graciosa y numerosa procesión bajo con la mirada atónita de viandantes y turistas, pero el «como» es lo de menos. La importancia está en como nuestros pequeños formaron y acompañaron a la Santa Cruz, símbolo que da sentido a nuestro catolicismo, empezando a entender como lo que parece un simple juego se configura en el más hermosa declaración de fe de unos niños, que testimonia no solo una creencia, sino una tradición y un estilo de vida heredado de nuestros mayores. Aquello era una Cruz de Mayo de las de toda la vida. La mejor escuela catequética posible y cargada de sevillanía.
El momento más hermoso se vivió en la plaza Virgen de los Reyes. Nuestras siempre queridas monjitas Agustinas nos abrieron el Convento de la Encarnación (vulgo Santa Marta), para que los niños entraran dentro y le rezaran a la Virgen María junto a ellas. Las caras de los niños lo decían todo…y las de las monjas también.
La procesión tocaba a final. Aplausos a los niños cuando entraban en la calle Almirantazgo. Había quien decía, no sin guasa, que se tenía que notar que ya estábamos en el barrio. El acompañamiento de tambores se marchaba desfilando y los niños se despedían de la Pura y Limpia Concepción como está mandado, rezándole a María.
Una jornada inolvidable, rematada con una magnífica convivencia en nuestra Casa de Hermandad, que pone en valor la importancia de mantener nuestras costumbres, introduciendo a nuestros pequeños en ellas y creando esa imprescindible cantera de jóvenes cofrades que son el futuro de nuestras corporaciones y de la Iglesia Católica.
Con ilusión, cariño y esfuerzo todo se alcanza; incluso savia nueva en el Postigo, para mayor gloria de la Inmaculada Virgen María.
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