01 Abr En el Recuerdo (I): UNA SEMANA LLENA DE PASIÓN
Aún perduran en nuestros sentidos los últimos latidos de nuestra Semana Santa, mientras que nos esforzamos en no borrar de nuestra retina esos momentos mágicos que cada año uno cree que no volverán nunca. Así hemos vivido una semana cargada de emociones, aunque no plena, solo emborronada por un lunes y martes santo que quisieron configurarse como la nota discordante, dejando la mitad de sus Cofradías en casa.
La Hermandad de la Pura y Limpia ha recibido a todas y cada una de las Hermandades que han discurrido por su puerta, en un esfuerzo importante, pero recompensado con las numerosas muestras de cariño que nos han brindado las cofradías, nazarenos y el público en general.
Por capricho de los pronósticos meteorológicos, la Hermandad de Jesús Despojado fue la primera que discurrió por delante de la Capilla, con su imagen de la Pura y Limpia en el entrecalle, inaugurando la Semana Santa en el Arenal. Tras ella, la Virgen de la Estrella, quiso que una de sus Orquídeas fueran para la Pura y Limpia, a cuyo fiscal de paso agradecimos tan hermoso gesto.
El Lunes Santo, uno de los días afectados por las previsiones de lluvia, solo la Hermandad de Las Aguas pudo cumplir con su discurrir por el centenario Arco del Postigo, llegándose a cantar hasta tres saetas en nuestra Capilla para una Virgen de Guadalupe que terció su paso de palio hacia nuestra Amantísima Titular.
Otro momento culmen se vivió el Miércoles Santo con el paso de la también vecina Hermandad del Baratillo, con la gracia y torería del palio de la Virgen de la Caridad, entrando en su barrio del Arenal, destacando el cariño que tantos nazarenos baratilleros mostraron hacia la Pura y Limpia.
La Madrugá volvió a cumplir con ese misterio del claroscuro, con el que cada año nos regala a Sevilla una noche de ensueño. La sobriedad y elegancia de las Hermandades del Gran Poder y Calvario dieron paso a la arrebatadora y alegre luz de la mañana al paso de la Esperanza de Triana por delante de la «Limpia y Pura» como anecdóticamente le decía su segundo capataz, Paco Cantero. La mejor escenificación de la Sevilla dual en nuestro privilegiado rincón del Arenal.
A esas horas, la ciudad se adentraba en el ocaso de una nueva Semana Santa. Fin que en el Postigo llegaría un día antes de lo previsto, puesto que este año ninguna Cofradía procesionaría el Sábado Santo por nuestro particular Almirantazgo. La Soledad de María y el último suspiro de Cristo, en su Sagrada Expiración, removieron corazones para advertirnos que tal y como decían las escrituras, todo está cumplido. «Cosummatum est».
Sevilla ha vuelto a revivir la más grande de sus semanas, en un sueño de siete días para acercarnos a la Pasion y Muerte de Jesucristo, esperando su gloriosa Resurrección que nos marca el camino de la verdad y la vida.
Damos gracias a la Santísima Virgen María, en su Pura y Limpia Concepción, en haber podido vivir junto a Ella otra Semana Santa radiante y evangélica, cargada de sentimientos, de amor, de devoción y tradición; y porque, cuando parece que todo ha terminado, el misterio que encierra nuestra Sevilla radica en que, un año más, todo acaba de comenzar.
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